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BATEAS paisaje

BATEAS

Las catedrales de las rías

Son un clásico de la costa gallega. Las bateas de cultivo de mejillón salpican las Rías Baixas transformando su paisaje tanto fuera como dentro del agua. Bucear entre estas columnas de mejillones viendo como se filtran los rayos de luz desde la superficie nos hace sentir como si paseásemos en una imponente catedral submarina.

Los mejillones son moluscos bivalvos superfiltradores y obtienen alimento haciendo pasar por su cuerpo hasta 7 litros de agua en una hora. Pero también tienen sus depredadores: gaviotas, sargos, ballestas y estrellas de mar son capaces de romper sus conchas negras para consumirlos.

BATEAS
Bateas
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Bateas

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Alfombras bajo las bateas
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Alfombras bajo las bateas

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Estas plataformas flotantes de madera con forma de parrilla están ancladas al fondo por grandes cadenas y muertos. En ellas se sujetan cientos de cuerdas paralelas con semillas de mejillón para que éste engorde y poder recogerlo después.

Las columnas colgantes de mejillones, perfectamente alineadas, dan lugar a un paisaje único bajo el mar. Son como gigantes que se descuelgan unos 12 metros de longitud, lo justo para no tocar el fondo, ya que allí se congregan grandes cantidades de estrellas de mar deseosas de comerse estos bivalvos. Los días de mar de fondo estas columnas pendulean a los lados creando un efecto hipnótico.

Estas ristras de mejillones se convierten en arrecifes temporales, donde multitud de formas de vida se adhieren sobre las conchas y crean una colorida capa superficial. Esponjas, algas, anémonas, diminutos cangrejos y gambas o hidrozoos se acoplan para crear ecosistemas en miniatura suspendidos en la columna de agua.

Bucear bajo estas estructuras supone una de las inmersiones más interesantes y espectaculares. Si la visibilidad acompaña, se puede apreciar cómo los rayos del sol atraviesan las columnas de mejillones y los bancos de peces nadan a su alrededor.

Bajo las bateas, se extiende una alfombra de cascajo formada por mejillones que se desprenden y los restos de sus conchas que se acumulan y que sirven de alimento y cobijo a animales, como estrellas de mar, ofiuras, erizoscrinoideos o pepinos. También abundan depredadores que patrullan estas zonas en busca de un buen bocado, como las pintarrojas, rayas mosaico, sepias y pulpos, como el que podemos apreciar camuflado entre el cascajo.

La otra cara de la moneda es que también se desprenden  cuerdas y, tarugos, que acaban en el fondo acumulándose como basura. Igualmente, es habitual encontrar gran cantidad de sedimentos finos, que se depositan formando una capa limosa e incrementando las partículas en suspensión en estas zonas.

Cuando recorremos estos paisajes merece la pena girarse y mirar hacia arriba para observar cómo se extiende a contraluz la silueta de la batea.

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Estructura de una batea

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